viernes, 26 de julio de 2013

El que este libre que tire la primera piedra

Gonzalo Aemilius, conocido por su trabajo en el Liceo Jubilar -en el barrio Casavalle,-nos decía en Uno x Uno, cuán autorreferencial han sido y lo son hasta hoy la propia  Iglesia Católica y el Estado uruguayo.
Este análisis viene de un joven de 33 años, que desde su lugar de libre pensante, nos interpela como sociedad, sólo se afirma en la Fe cuando fundamenta porque se crea el Jubilar en plena crisis del 2002, donde el gobierno de turno pensaba que crear liceos en esas zonas no era mas que una perdida de recursos y tiempo, y la Iglesia vio ahí a esos que quedaban en el camino y se intentaban salvar o se perdían para siempre.
Ambas instituciones, el Estado por un lado y la Iglesia por ser auto referenciales  admiten a regañadientes los cambios, se resisten a los mismos y cuidado cuando alguien alcanza el éxito, éste no se perdona fácilmente, mas bien el método que sigue vivo hasta nuestros días es desterrar al exitoso y concomitantemente se catapulta al menos hábil, el menos comprometido, al menos creativo; en suma al que representa un peligro menor para las jerarquías
El éxito se busca pero no se acepta. Doble discurso. Hipocresía.
Parece que la jugada es repetir hasta el hartazgo los métodos y formas de hacer y gestionar para controlar,  por miedo.
El control y el miedo van juntos.
Pero en este mundo del Big Brother Panóptico, el de las redes sociales, del control y el espionaje, se le ha pasado por alto que el miedo no cuaja a los que se sienten libres.
Sin embargo, el miedo y el control se viven como una verdadera amenaza para los que viven prendidos al sistema, lo retroalimentan, necesitan que no hayan cambios, ellos son los auto referenciales.
Llevado el tema al centro de las dificultades que hoy como sociedad tenemos y padecemos los uruguayos, Aemilius, habla de la responsabilidad del mundo adulto.
Todo lo que sucede hoy con nuestros adolescentes, con aquellos que delinquen o están en esa zona oscura del destierro social y que constituyen  el 94% de los que no llegan a completar secundaria. En esos barrios, somos nosotros mismos, las imágenes espejadas de lo que no supimos resolver en lo colectivo por cobardía o comodidad. O ambas.
La seguimos.