lunes, 20 de mayo de 2013

Los desafíos de la segura inseguridad.


Los desafíos de estos tiempos son tantos y tan pocos al mismo tiempo que es muy difícil elegir uno de ellos como el más importante o trascendente.

Por ello si nos referimos al Uruguay, la lista será también interminable, aunque en realidad el de la "inseguridad" parece acaparar toda la atención.



El gobierno se juega mucho en este momento, por lo que seguirá adelante implementando políticas que mejoren o subsanen el actual deterioro de las cárceles, de la seguridad pública, etc., con el íntimo convencimiento de que todo ello será insuficiente a la hora de obtener y exponer resultados.

La oposición dirá, en todo caso, misión cumplida, aunque rechace las argumentaciones expuestas por el Ministro y hasta pida su renuncia.

Por lo que el tema de la Inseguridad es un tema que excede con creces todos los demás e inunda, nuestra vida conciente e inconsciente.

Porque en realidad, de lo que estamos hablando es del Miedo, de cómo éste se apodera de nuestra vida cotidiana, la tiñe, la invade, la determina.

Y ello es ni más ni menos que la pérdida de la libertad, de la verdadera, de la íntima, de la que cada uno de nosotros reserva para sí.

Hasta allí llega esta forma de dominación de nuestros tiempos. 

Sin embargo, si bien, da cierta tranquilidad, saber que hay responsables y por ende culpables de la actual situación, todos sin excepción, sabemos que somos parte del problema y de la solución.

La sociedad uruguaya ha perdido en forma acelerada valores que creía inviolables que se desconoce a sí misma.

Hoy todos admitimos que el tiempo se agota, que corre más rápido, que por más que nos sigamos buscando en el espejo del otro -que somos nosotros mismos- no nos reconocemos  y comprobamos a diario que esa imagen que  nos es devuelta,  nos disgusta y nos interpela, en el mejor de los casos.

Algunos son más responsables que otros.

Porque esos otros tienen las herramientas y por consecuencia los medios y es a quienes van dirigidas las mayores exigencias y reclamos. 

Pero en realidad el miedo es quien nos acecha y espanta.

Y el miedo se gesta en la relación social entre los individuos, sometidos a las leyes que se imponen desde la sociedad del consumo del que muy pocos pueden o quieren escapar.

Social e individualmente nos queda el único recurso y el primero: hacerle frente.

La prevención, disuasión y represión de los delitos, son imprescindibles pero además deberíamos  también apostar, a más y mejor educación, saliendo a los espacios públicos. 

Y más aún desafiando la historia de las políticas educativas, llevando la permacultura o cultura permanente a los barrios y a las escuelas, y por qué no, invirtiendo los procesos educativos por ejemplo con "la educacion al revés".

Las ceibalitas podrian usarse como hasta ahora, para investigar y preparar los temas en el hogar, dejando que en las aulas, el rol de los maestros y profesores sea, entre otros la contextualizacion de los conocimientos y datos que el alumno lleva a clase, pasando de sujeto pasivo que reitera lo enseñado a compartir lo investigado profundizándolo, en una tarea múltiple de jerarquización de todos los protagonistas. 

La pregunta es si estamos dispuestos colectivamente a seguir confiando en que los procesos sociales con todas sus consecuencias.

Todo indicaría que aislarnos para no exponernos no da resultados y deja el terreno peor que tierra arrasada...

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